Hay un reloj despertador en mi pieza. Fue de mi abuela. Es a cuerda, pero siempre está parado. La hora clavada en dos direcciones que nunca averiguo que instante marcan. Hay otro, de pulsera, mas moderno, que ha quedado anclado en el cajón de mi escritorio. Ese ha perdido las agujas, pero debe guardar, también, una hora muerta en sus circuitos japoneses.
Los relojes se van perdiendo, empujados al abismo por los celulares, que también abisman los contactos, en estos días.
Si uno pudiera seguir, hacia la derecha, hacia el después, el camino de los relojes, podría, quizás, reconstruir el destino. Pero no hay destino en los relojes digitales, tan sin espacio hacia la hora exacta de la esfera en que uno tiene un encuentro con el amor, el deber, el hábito. Tampoco tienen destino las horas de los celulares, tan satelitales ellas, tan un ojo helado emitiendo y recibiendo señales desde la ausencia, desde alguna noche, desde algún sol perdido en los umbrales de la galaxia, desde la ceguera.
Me queda sólo vislumbrar hacia atrás mis destinos perdidos; recorriendo, moroso y obsesivo, las bifurcaciones no recorridas, los puntos oscuros donde decidí seguir a cara o cruz, dejando la moneda de la suerte señalando la ruta virgen para luz de otros viajeros que, descubro ahora, son yo mismo, este yo que ya no puede volver. Las horas suelen pasarme en ese tiempo que no pasó. Esa nostalgia, descubro, es mi destino, el que nunca pude dejar de viajar.
Los relojes detenidos tal vez marquen puntuales renuncias, apuradas decisiones, salvadas por un pelo. Los relojes detenidos tal vez denuncien mi ignorancia. Tal vez todas mis muertes. Tal vez mi muerte.
En una de esas, la nada.
3 comentarios:
que si aveces los palitos mal alumbrados nos van indicando el tiempo o si las voces electrónicas que pasan por el altavoz nos retumban en la cabeza, eso no quiere decir que sea hora, eso no quiere decir que podamos renunciar a nuestra sordera.
Vagar de nuevo, por lo nuevo, nuevos caminos son el sentido, la vela en alta mar se infla, el tiempo ya no nos llama como antes, pero no por eso podemos ignorar su llamado.
Hermoso escrito!
Qué inspirador.
vemos que los relojes van a la derecha, pero ellos van a la izquierda.
de acuerdo, por algo los relojes se detienen donde se detienen, pueden ser miles los motivos.
Muy buenas palabras, viajero!
Llegué a leer el nuevo escrito y continué con este.Qué bonito que escribís, primo. Cuántas cosas dicen,y si no, sugieren,tus frases.
Me conmovés cada vez que te leo.
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