Pienso en mi padre. Siempre me cuesta pensar a mi padre
con 17 años. Para mí, mi padre siempre fue adulto aunque haya visto esas fotos
que andan por ahí de cuando él era un niño de dos o tres años, vestido con una
especie de delantalito y una melena rubia y desordenada o ese adolescente que
aparece en su Libreta del Estudiante. Mi padre era un adulto que había sido ese
niño y ese adolescente, pero en otra vida, en blanco y negro, que ni siquiera
puedo imaginar.
En dos o tres ocasiones le escuché contar una de sus
anécdotas favoritas.
“Bairoletto era muy amigo de mi hermano el Topo. Me
acuerdo que, cuando venía a la casa, entraba por la ventana, nunca por la
puerta. Era un gringo flaquito y nervioso y usaba una campera negra de cuero.
Debajo de la campera siempre traía el Winchester recortado, por las dudas.
Una vez, el Topo, le dijo que yo era muy buen alumno y
entonces se me acercó y me dijo: “Carlitos, estas vacaciones de verano veníte a
pasar unos días a mi casa y te cuento mi historia para que la escribas”
Ese verano, un día empecé a sentirme mal, descompuesto,
así es que me hice un preparado con sal inglesa que era algo que se usaba mucho
en esa ápoca para las indigestiones. Resultó que lo que tenía era apendicitis
que, al no tratarla de inmediato, me trajo una peritonitis que casi me mata. Yo
había vuelto por unos días a Mendoza. Por suerte. Me internaron de urgencia y
me operaron. Me acuerdo que tuvieron que llamar a la mamá de apuro porque los
médicos pensaron que no me salvaría. Estuve el resto del verano convaleciente,
guardando reposo. Después empezaron las clases y ya me quedé en Mendoza.
Ese año lo mataron a Bairoletto y no pude escribir su
historia. Lo que son las cosas…”.
Es muy vívida la imagen y la voz de mi padre contando esa
anécdota. La debe haber relatado cientos de veces para poder sobrellevar
aquella decepción, aquel naufragio en la costa de su destino de escritor.
Cuando yo nací, Bairoletto llevaba 20 años muerto. Una
eternidad para mí; un recuerdo fresco para mi padre, un ayer nomás: su juventud.
Ahora, que hacen 80 años que murió Bairoletto, yo busco
en internet y en mi memoria:
·
Juan Bautista Bairoletto (o Vairoleto). 1894-1941.
·
Santafesino de Colonia Los Algarrobos/ Santafesino de Cañada
de Gómez.
·
Hijo de Vittorio Viroleti y Teresa Mondino, italianos.
·
Nacido un 11 de noviembre. Muerto un 14 de septiembre.
· También conocido como José Ortega, Marcelino Sánchez, Martín Mirando, Francisco Sánchez.
·
Asesino/Bandido rural/Cuatrero de ganado/Anarquista/Benefactor
de los humildes.
·
Chacarero y padre de familia.
·
Prófugo de la policía desde 1919, después de haber matado al
Cabo de Policía Elías Farasch o Farach luego de una disputa por Dora, una
prostituta, en Castex, Provincia de La Pampa.
·
Asiste al entierro de su padre vestido como una mujer, con un
niño en brazos y uno de la mano. Llora.
·
Preso por más de un año en la Cárcel de Santa Rosa, La Pampa.
Sobreseído y excarcelado.
·
Vuelve a Castex sin dinero. Trabaja como matón de algún caudillo
político. Es acusado como el autor de algunos robos.
·
Vuelve a la cárcel. Vuelve a quedar en libertad.
·
La comunidad ya lo considera un peligro social y un sujeto de
avería.
·
Se va de Castex.
·
Comienza su vida errante y clandestina.
·
Roba para subsistir/roba porque piensa que algunos tienen más
de lo que necesitan.
·
En la clandestinidad, nómade y acechado, se dedica al robo de
ganado, de propiedades de hacendados y almacenes de ramos generales.
·
Como un fantasma ubicuo, aparece de la nada, da el golpe y
vuelve a desaparecer.
·
Su habilidad para mantenerse prófugo y la generosidad en la
distribución del fruto de sus delitos, lo van convirtiendo en un personaje
legendario en todo el oeste de la región pampeana.
·
Actúa sólo o en pequeñas bandas formadas por sujetos tan
marginados como él.
·
Usa un revolver Colt y un Winchester.
·
Lleva esa vida por más de quince años.
·
La leyenda crece. Su nombre y sus hechos viajan de boca en
boca a través del desierto. Los humildes lo protegen, los poderosos le temen.
·
La prensa y la gente lo llaman el Robin Hood de las Pampas,
el Último Romántico, San Bautista Bairoletto, Atila de La Pampa, El Pampino.
·
Su fama se extiende también hacia sus míticas destrezas como
jinete: se dice que monta y amansa como un indio. Se lo conoce por su modo de
camuflarse al galope, al costado del caballo, colgado del cogote y con un pie
enganchado de la grupa, para hacerse invisible a la distancia.
·
Su caballo se llamaba Risco Bayo/ No se conoce el nombre de
su caballo.
·
Se asienta, forma una familia, trabaja como chacarero.
·
Adquiere un terreno en San Pedro del Atuel, cerca de
Carmensa, General Alvear. Se casa o convive con Telma Cevallos. Tuvieron dos
hijas: Juana y Elsa.
·
Con el alias de Francisco Bravo, alerto a que su pasado se
presente a pedirle cuentas, cultiva la tierra.
·
Un ex compañero de andanzas, el cuatrero Vicente Gascón,
apresado en La Pampa, a cambio de su libertad y algo de dinero, como un judas, delata
su escondite y acompaña a la policía hasta el lugar.
·
El 14 de septiembre de 1941, una partida policial rodea la
casa.
·
Bairoletto se mata de un tiro porque no quiere caer preso/
Bairoletto es acribillado por la partida policial y muere/ Bairoletto es
acribillado por la partida policial después de muerto.
·
En la foto tomada el 14 de septiembre de 1941, en la morgue
de General Alvear, yace sobre una camilla que le levanta el torso y la cabeza. Su
abundante pelo está acomodado hacia atrás. A modo de almohada se ve algo así
como un maletín metálico cubierto por un paño, tal vez una toalla. Está tapado
hasta el cuello con una manta gris, pero su hombro y brazo izquierdo están
descubiertos y desnudos. Su mano izquierda reposa sobre la ingle y parece estar
manchada de sangre. Bairoletto se ve como si estuviera dormido, pero la manta,
el colchón, la toalla, su cara, tienen su sangre derramada.
·
Es velado los días 15 y 16 de septiembre de 1941. En la sede
del comité Demócrata de General Alvear/ En el Salón de la Biblioteca Popular
Sarmiento. Miles de personas asisten a darle el último adiós.
·
Durante el velorio alguien sacó otra foto. El fotógrafo se
ubicó de frente al cajón, retratando desde las tetillas hacia arriba. Esta vez,
el muerto tiene puesto un pañuelo blanco que le cubre todo el cuello y una
camisa, también blanca, arremangada hasta el antebrazo. En su rostro hay
magulladuras y una redonda herida de bala junto al orificio izquierdo de la
nariz. Detrás del cajón, como un aura sobre la cabeza de Bairoletto, hay un
vitral oval con un Jesús con su corazón sangrando por las espinas. El fotógrafo
retrata su fe.
Ochenta años después de su muerte, ante mí, se erige el
mito de un hombre: se mezclan los datos, las noticias, las anécdotas pasadas de
generación en generación. Sobre su leyenda se han escrito libros, radioteatros,
películas, canciones, artículos periodísticos. Hay fuentes documentales y
testimonios de conocidos, esposa, hijas, nietos.
Ochenta años después de su muerte, sobre su tumba, en
Alvear, se acumulan los exvotos, las flores, los promesantes.
Bairoletto es un hombre sagrado.
Ante la mención de su nombre en cualquier reunión, se
aguzan los oídos, la memoria colectiva evoca. Las versiones se superponen hasta
el infinito porque ya es patrimonio de la lengua popular.
Los amores y los rencores toman la palabra y los hechos
se trascienden a sí mismos, viajan hacia lo desconocido. Todo puede ser verdad. Todo
puede ser mentira. Capa tras capa se ha ido construyendo el mito que está más
allá de toda verdad y de toda mentira, en el interior de cada uno.
Pero la voz de Bairoletto calla.
Mi padre estuvo cerca de escuchar de los labios del
propio Bairoletto su historia en primera persona, saber sus razones profundas,
sus deseos incumplidos: la primera capa: Su verdad.
Mi padre estuvo cerca de ser el escritor. Tal vez
Bairoletto no sería el mismo contado por él, tal vez mi padre hubiera sido
distinto, tal vez yo hubiera sido distinto. O no hubiera sido.
“Tal vez” es la fórmula del misterio de la vida.
2 comentarios:
Como siempre, un deleite leerte. Uno vive, a través de tus palabras, lo que narrás. Gracias, Poli
Gran historia y muy vívida. Gracias.
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