martes, 30 de septiembre de 2008

La puerta


Cuando no viene el sueño todavía, en ese minuto abismal donde la muerte es una presencia descuidada, se derrama el vino en las heridas, en los babilónicos jardines donde se trasmutan las hiedras en serpientes.
Enamorarse de mí, en ese minuto donde mi respiración busca otro ritmo, es enamorarse de un animal tan fugaz como implacable, de un demonio tan irreductible como acorralado.
Mis ojos en la oscuridad buscan sangre, estaciones sagradas donde nacen flores negras en guirnaldas; flores que laten como cuellos asediados. Mis labios son belfos bebiendo el aire agonístico del galope en la llanura, indagando, urgentes, la sangre y las vísceras, la copa de luz.
Mi cuerpo se resuelve en espasmos mientras llega la noche. Ya en sueños, en manos de la hidra, aparecen, solapados, los viejos actores y los íntimos universos. En ese momento ya nada sabré que no haya pasado.
Vienen por mí. Por unas horas. Por ahora.
Ahora.

1 comentario:

Anónimo dijo...

voy llegando...
me abris la puerta?