Hace veinte años la casa de
Sevillano ya era una ruina. En esa época criaba una nutria en una habitación y
no le importaba que el padrillo entrara y se quedara parado junto a nosotros, escuchando
historias junto a la chimenea. Un caballo entendido, como se dice.
A Sevillano lo único que le
interesa, todavía hoy, es contar historias, caminar sobre un alambre entre dos
ciruelos y hacerse entender por los animales. No digo que todos, pero muchos lo
entienden. Sevillano se lleva mejor con las bestias que con los humanos, a
pesar de que su lenguaje es pulido, cuidadoso. Hace mucho que ha abandonado los
ritos humanos del aseo y el orden.
Esa noche hablábamos de bueyes
perdidos y caballos enterados. Fumábamos echando el humo al fuego y tomábamos
unos mates asquerosos, puros yuyos y azúcar.
-
Usted conoció a Benitez?- me soltó de repente.
Asentí. Sí, claro, yo conocí a
Benitez. Era un personaje que vivía en Los Coroneles. Me pasé una tarde
escuchándolo despotricar contra los curas del seminario del verbo encarnado que
“andaban canta que te canta, con un montón de zampas atrás y algún niño
olvidado bajo las sotanas, fíjate tú”. Decía que los curas que no se casan
deberían ser capados para que no hagan daño. Que él estaba dispuesto a hacerle
ese favor a la humanidad.
-
Y a don Claudio Peirá, lo conoció?-preguntó al
rato Sevillano.
Volví a asentir. Sí, también
conocí a Peirá. Era un catalán comunista que tenía una bandera roja flameando
en su patio junto al río Diamante. Era amigo de mi padre y una vez vino a podar
los durazneros. Podaba parado arriba de un caballo, pero eso ya lo he contado.
También he contado que había llevado una bala en un tobillo por más de cuarenta
años. Esa bala le valdría, cuando llegara el tiempo de la justicia, una
condecoración: se la habían encajado los milicos durante una manifestación a
favor de la República Española.
-
Resulta que Benitez- prosiguió Sevillano-, una
vez, me pidió un carro que era de mi padre. Cómo pasaba el tiempo, años le
diría, sin que me lo devolviera, decidí llevar un testigo. Para que viera que
la negativa de Benitez a devolverme el carro era un puro capricho, vió?
El caballo se revolvió en su
lugar junto a la estufa, muy entendido el animal.
-
Lo fui a ver a don Claudio y le pedí que me
acompañara hasta lo de Benitez. Conociéndolo a don Claudio, le advertí que
guardara silencio, que no hiciera comentarios, que sólo atestiguara que Benitez
no tenía argumentos para mantener el carro de mi padre en su poder.
-
Y aceptó?
-
Sí, desgraciadamente. Mire lo que pasó: llegamos
allá, aparece Benitez, le digo lo que siempre le decía, que ese carro que él
tenía en el fondo de la finca era mío, porque había pertenecido a mi difunto
padre. Me contestó que el carro ya llevaba varios años ahí, que más que nada
había sido una molestia, que él lo había cuidado. En fin, que no me lo
devolvería. Entonces, contra lo que habíamos convenido, empezó a hablar don
Claudio. No lo pude hacer callar. Sabe que dijo?
-
Qué?
-
Que en una sociedad comunista vendría una
autoridad y me entregaría el carro ya que yo era el legítimo dueño, y que
además vendría otra autoridad y lo colgaría a Benítez del hueso del culo de un
sauce, por aprovechador.
-
Y que hizo Benitez?
-
Nos sacó recagando, nos dijo que él no tenía
tiempo para perder. Por el camino de vuelta yo le iba diciendo a Peirá: Le
dije, don Claudio que no abriera la boca.
-
Y él?
-
El sonreía, callado, seguro de haber hecho lo
correcto.
El caballo dió media vuelta y
encaró hacia la salida de la casa. Ante las llamas de ciruelo que ardían en la
chimenea, los ojos de Sevillano buscaban respuestas. Meneó la cabeza. Sonrió
con nostalgia.
-
Nunca recuperé el carro de mi padre-dijo, por fin.
Benitez murió odiando a los curas
y, creo, sin haber capado a ninguno; Peirá no pudo ver el advenimiento del
comunismo en nuestro país, murió, digno y altivo, con la bala represora entre
sus huesos; a Sevillano lo veo de vez en vez en una bicicleta con motor por los
terragales de Cuadro Benegas. Siempre me saluda. Vive en ruinas.
3 comentarios:
Ja ja jaaaa!!Tal cual!!!!Vive Sevilla??:) :(
tus cuentos siempre , no se por qué razón me llevan a tu casa, al salón y a una noche en la finca que pasamos con el Ñacu y otros personajes más. Gracias por tus relatos.
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